En El mensaje que llegó en una botella (ya en las librerías), tercer caso de Departamento Q, alguien pide auxilio a través de una nota escrita en sangre. Sin embargo, aunque esta «tinta» especial surja de la imaginación del genio Jussi Adler-Olsen, no es la primera ni la última botella del mundo que incluye una nota en su interior. Y es que desde que el primer hombre probó este sistema de comunicación tan improbable como desesperado, pero casi único en alta mar, son muchos los que han acudido a él en su auxilio.
A veces los mensajes tardan mucho en llegar. Es el caso de Daniil, un joven ruso que encontró hace poco el mensaje que un niño alemán introdujo en una botella ¡en 1987!
“Vi que era una botella, y me acerqué porque me parecía interesante”, dijo Korotkikh. “Parecía una botella de cerveza alemana con un tapón de cerámica, pero al observarla más de cerca, me di cuenta que llevaba un mensaje en su interior“.
Al abrir la botella Daniil notó que el mensaje estaba en un idioma extranjero. “¡Es alemán!”, declaró su padre, que había estudiado algo de la lengua germana en el bachiller. Cuidadosamente removiendo su cubierta de celofán, el padre tradujo la carta.
“Mi nombre es Frank y tengo cinco años”, lee el texto. “Mi padre y yo viajamos en un barco a Dinamarca. Si usted encuentra esta carta, por favor, escriba de nuevo a mí, y yo le escribiré de nuevo a usted”.
Y en la esquina superior de la carta, la fecha: 7 de septiembre de 1987.
Puedes leer la historia aquí.
En ocasiones, los mensajes en botella pueden salvar vidas. Que se lo cuenten a un buque italiano secuestrado por piratas. Cuando los criminales se hicieron con los mandos y la radio, el último recurso de la tripulación fue lanzar una botella. Esto fue precisamente lo que los salvó. ¿Siglo XVII? No: 2011.
Con estos mensajes hay toda clase de historias. Como prueba, la exposición que se organizó hace un tiempo en Termoli, al sur de Italia.
